Cuando pensamos Lhasa —si es que pensamos alguna vez en Lhasa—, lo primero que a muchos se nos les viene a la mente es Brad Pitt en la película “Siete años en el Tíbet“. Pero tampoco sería raro que nunca nos pase por la cabeza, ya que a pesar de ser sinónimo con el budismo, es uno de los destinos menos visitados del mundo por la odisea que supone llegar hasta ahí. A pesar de que la Región Autónoma del Tíbet no lo pone fácil, cada momento vivido en este lugar vale oro, especialmente si quieres aprender más sobre el budismo y la famosa “Revolución cultural“.
Si llegas en avión desde Nepal o China, desde el cielo la ciudad parece una manchita blanca en el mapa topográfico. Si llegas en auto por Friendship Highway o en tren desde Xining, China, la ciudad es como un oasis en el desierto. Alrededor de Lhasa todo es mate, tosco y seco. No hay hierba, apenas árboles en el paisaje, solo algún reflejo ocasional del azul del lago. Es difícil imaginar que, en medio de un paisaje tan hostil, este lugar sea un centro de fe y vida.
- desde México a partir de $13670 MXN
- desde Perú a partir de S/ 3423 PEN
- desde Colombia a partir de $2.342.618 COP
- desde Argentina a partir de $29.670 ARS
- desde Chile a partir de $536.380 CLP
Es un hecho que este lugar, el más deshabitado del mundo, es lo más cerca que se puede estar del cielo sin abandonar la civilización, ya que 9 de las 14 montañas más altas del mundo (todas superan los 8000 metros) se encuentra ahí, en el Himalaya. Entre los picos se incluye el monte Everest, llamado Qomolangma por los tibetanos.
En un sentido más literal, Lhasa se traduce como “la tierra de los dioses“; un nombre que le queda perfecto al hogar del budismo tibetano, dada su proximidad al cielo. No es tanto la altitud a la que se encuentra Lhasa, sino su aislamiento, escondida entre flancos de grandes montañas, lo que hacen que este destino parezca “inalcanzable“.
El permiso oficial de viaje
Los documentos que se necesitan para viajar a la Región Autónoma del Tíbet contribuyen a esa falta de accesibilidad. Para viajar a la región necesitas un permiso de viaje del Tíbet que solo se puede conseguir en una agencia de viajes acreditada por la agencia oficial de turismo tibetana.
Las condiciones para visitar el país cambian con mucha frecuencia. En principio, no suelen conceder permisos de entrada a viajeros que van solos, por lo que a veces es más fácil conseguirlo si viajas en pareja, o en grupos de 5 personas o de varias nacionalidades. También es posible que no consigas el permiso a la primera y tengas que intentarlo un par de veces. En ocasiones, también se permite que los viajeros solos se unan a un grupo más grande.
Las agencias de viaje acreditadas por el gobierno tibetano deberán organizar un tour guiado y un itinerario para todo el grupo del que formes parte. Por desgracia, el Tíbet no es un destino donde podrás sentirte en libertad; es más bien un viaje organizado bastante caro. Dicho todo esto, te puedo asegurar que lo positivo gana a lo negativo y el viaje vale la pena, por eso te comparto mi experiencia en solo 48 horas.
48 horas en Lhasa: día 1
Lhasa, 11:50 | Algo no va bien
Hay dos rasgos asociados al budismo que impregnan el paisaje de la ciudad: paciencia y compostura. Sin embargo, en lugar de darte la sensación de que estás en un destino espiritual, te das cuenta de lo que te espera en Lhasa.
Al contemplar la ciudad te das cuenta de que hay un no sé qué intangible que impregna las calles, donde se apostan soldados chinos armados desde la ocupación de 1949-1950. Una imagen que contrasta enormemente con los monjes tibetanos rezando.
Desde la terraza del restaurante del hotel House of Shambhala puedes observar la ciudad desde la altura. No tardarás mucho en darte cuenta de que algo no va bien en Lhasa.
Lhasa, 13:15 | Hora de ver la atracción turística más popular
Tras almorzar, dirígete al palacio de Potala, la antigua residencia del decimocuarto dalái lama que se alza en la ladera de una montaña a 130 metros de la ciudad. Los colores blanco y rojo de las fachadas son un recuerdo desafiante del contexto político que forzó a huir al dalái lama a Dharamsala en marzo de 1959. Hoy, permanece en exilio tras la brutal supresión de las manifestaciones tibetanas por la libertad e independencia del país.
Es un milagro que el palacio aún esté en pie, a diferencia de muchos otros monumentos tibetanos que fueron destruidos por los chinos durante la Revolución Cultural. El palacio, con 999 estancias distribuidas en 13 pisos, fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
El olor del incienso y las lámparas de mantequilla inundan el interior del palacio, así como el murmullo de los monjes rezando. Por todas partes verás Buddhas en diferentes posiciones y con diferentes gestos que cuentan diferentes historias y con significados variados.
Lhasa, 15:40 | Observando los rezos budistas bajo vigilancia
El mejor punto para contemplar el esplendor de la fachada del palacio de Potala es la céntrica plaza de la zona de Barkhor, donde se encuentra el templo de Jokhang, el santuario más importante del budismo tibetano y un lugar de peregrinaje.
Por la tarde tendrás algo de tiempo libre; te recomiendo encontrar un lugar tranquilo desde donde contemplar la plaza y la vida de la zona. Puedes ver cómo los monjes rezan con lealtad en la entrada del templo; sus movimientos repetitivos son de lo más hipnotizantes. Ver esta repetición meditativa te hace entender de una nueva forma la paz, la calma y la introspección del budismo. Además, contemplar este pacífico ritual deja en una situación un tanto ridícula a los guardias armados que vigilan la plaza desde el tejado de los edificios.
Lhasa, 17:00 | Descubriendo lo que es una discusión subida de tono en Lhasa
Tras la tranquilidad del templo de Jokhang, prepárate para el contraste con el Monasterio Sera. Ya desde lejos puedes escuchar las voces en tibetano. En el patio interior del templo se concentran alrededor de un centenar de monjes tibetanos, en sus trajes de color azafrán, discutiendo en voz alta y alzando las manos los unos a los otros de forma violenta.
Esta situación, que parece un combate a cuerpo a cuerpo a punto de comenzar, es en realidad la forma que tienen de debatir los monjes en esta zona. Estos “gestos“ verbales y físicos a veces son reales y otras veces se dan entre risas; una combinación que da lugar a un espacio donde las opiniones conllevan sentimientos y emociones.
Lhasa, 19:35 | Hora de cenar en el centro de la ciudad
En las últimas horas de la tarde disfruta de la atmósfera nocturna en uno de los restaurantes del centro de la ciudad, cerca de la plaza Barkhor. Te recomiendo el Makye Ame Tibetan Restaurant, excelente y con vistas al templo de Jokhang. Otro lugar muy recomendable es el Snowland Hotel, que ofrece buena comida y una terraza en la azotea donde puedes disfrutar de las mejores vistas del centro antiguo.
48 horas en Lhasa: día 2
Lhasa, 9:00 | La comida más importante
El desayuno, la comida más importante del día, es aún más relevante a esta altura. El día de los tibetanos comienza con un té dulce y Thukpa, una sopa de fideos típica de la región, o Tsampa, una mezcla de agua y cereales que dicen que otorga una resistencia legendaria en el fino aire de la meseta. Si quieres comer con los locales en un ambiente tradicional, pídele a tu guía que te lleve a la casa de té Guang Ming Gang Qiong Tian ChaGuan, a unos pocos metros al norte del Snowden Hotel. Si te apetece un buen café, a la vuelta de la esquina se encuentra el magnífico Greenhouse Cafe.
Lhasa, 10:15 | Una mañana llena de visitas
Tras desayunar, toca ponerse en marcha (hay mucho que hacer en el segundo día). Visita el palacio Norbulingka, la residencia de verano del dalái lama y el Museo del Tíbet, antes de conducir a la colina sagrada de Chagpori.
Lhasa, 13:05 | Almuerzo ligero
A mediodía se toma un almuerzo ligero en algún lugar como Father Vegetarian, un restaurante pequeño y acogedor donde cocineros jóvenes preparan versiones vegetarianas de la cocina tibetana tradicional.
Lhasa, 14:20 | Un viaje para el cuerpo y la mente
Por la tarde visita Drepung, un complejo de monasterios lleno de numerosas manifestaciones y reencarnaciones de figuras sagradas budistas. Después, nuestro itinerario sigue con una visita al Nietang Buddha. La figura más impresionante de Lhasa se encuentra a 20 km del sudoeste de la ciudad: el increíble Nietang Buddha naranja, azul y dorado brilla desde el acantilado donde está tallado. Un lugar de paz y tranquilidad para el cuerpo y la mente, el final perfecto para un día de turismo espiritual.
Lhasa, 18:30 | Una buena comida casera
Siguiendo con la costumbre de disfrutar de la gastronomía local, visita Tibetan Family Kitchen. Comer aquí es como si te hubieran invitado a comer a casa de un tibetano. Si buscas un establecimiento menos rústico, Arirang Barbeque City ofrece una carta excelente de gastronomía de estilo coreano.
Lhasa, 21:00 | Lo mejor para hacer la digestión
Hay cierto tipo de viajero que cree, inocentemente, que conoce el Tíbet solo por haber viajado por Nepal e India. Estos viajeros se sorprenden al ver que en el centro espiritual del Tíbet, Lhasa, no se ofrezcan clases de yoga por la tarde-noche. En Lhasa, las cosas van a otro ritmo.
Dicho esto, sí es posible asistir a clases de yoga en la ciudad, pero son menos frecuentes. Visita el Iridium Yoga Pilates Studios o el St. Regis Lhasa Resort para más información. Si quieres algo más tradicional, prueba a tocar la puerta de un monasterio budista, pero necesitarás tiempo y paciencia. Aunque a veces permiten a los viajeros unirse, no hay garantía alguna.
¿Qué debo tener en cuenta si quiero viajar a Lhasa?
Consejo del gobierno: “Los viajes al Tíbet son posibles en su mayoría, pero hay restricciones de viaje temporales o permanentes que no suelen publicarse“.
- Los extranjeros necesitan un permiso especial para viajar a la Región Autónoma del Tíbet. El permiso es emitido por la oficina de turismo tibetana de Lhasa.
- Solo se puede solicitar este permiso a través de una agencia de viajes acreditada por la Tibetan Tourist Board. En teoría, no se emiten permisos para viajeros solos. Los viajeros deben viajar en grupos de mínimo 5 personas y las agencias se encargará de reunir a 5 personas si no se llega al número mínimo.
- Para conseguir el permiso especial necesitarás una copia escaneada de tu pasaporte, tu visado de China e información sobre tu profesión. Según la agencia tibetana de turismo, tardan entre 5 y 7 días en procesar el permiso.
- La agencia con la que reserves, acreditada por el gobierno tibetano, se encargará de organizar el transporte y guías para todo el viaje.
- Los montañeros, periodistas, viajeros de negocios y las personas que visiten a familiares deben cumplir otros requisitos, que el gobierno chino solicitará de forma individual.
Nota: los precios se basan en búsquedas realizadas en KAYAK.es el 26/04/2018. Los precios son para un vuelo de ida y vuelta en clase económica. Los precios de los hoteles son por noche para una habitación doble con impuestos y tasas incluidos. Los precios mostrados están en EUR. Los precios están sujetos a cambios, pueden variar o no estar disponibles.
Artículo y algunas fotos de
© Maria Menzel